La contaminación de los barcos: un problema real

La importancia del transporte marítimo es incalculable, al igual que lo es también la contaminación que emiten estos barcos. Los productos que a diario tenemos a nuestro alrededor proceden en numerosas ocasiones de puntos muy lejos de nuestro domicilio, y es ahí donde el transporte marítimo (sobre todo de mercancías) pasa a ser imprescindible. Pero, ¿es esto moverse de forma sostenible?

Se calcula que alrededor de 1.000 millones de toneladas de CO2 son, al año, vertidas por barcos, además de un 15% y un 13% del sulfuro y nitrógeno liberado a la atmósfera. Los barcos utilizan combustible para dar energía a sus motores, pero existen diferencias entre ellos. El más utilizado por los barcos para realizar sus desplazamientos es el GNL, seguido de la gasolina, la gasolina baja en azufre y el gasoil marino:

    • El GNL corresponde al gas natural licuado. Es uno de los dos tipos de gas presentes en el transporte, más adecuado para distancias largas. Y sí: contamina.
    • Gasolina y gasolina baja en azufre. Un combustible fósil conocido por todos. Bajo en azufre significa menos sulfatos en el aire… pero ¿y el CO2?
    • El gasoil marino. Un combustible que combina el gasóleo con el fuelóleo. Es bajo en azufre y más barato que la gasolina. Sigue emitiendo gases de efecto invernadero.

En un primer vistazo, parece que estos combustibles no contribuyen a que el mar deje de sufrir las consecuencias de la acción humana. A la isla de basura del Pacífico y los vertidos tóxicos industriales se les suma un nuevo compañero: el modelo actual de transporte y contaminación de los barcos.

La huella ecológica, nuestra responsabilidad

Toda la contaminación derivada de estos barcos contribuye a aumentar la huella ecológica en nuestro planeta. ¿A qué nos referimos con ello? La huella ecológica, según la organización WWF, es “la medida del impacto de las actividades humanas sobre la naturaleza, representada por la superficie necesaria para producir los recursos y absorber los impactos de dicha actividad”. Esto es, la tierra productiva requerida para absorber las emisiones de CO2 que los océanos no pueden absorber.

¿Qué podemos hacer nosotros para reducir esta huella ecológica? Primero, ser conscientes de la contribución que hacemos a que ésta aumente. ¿Te has preguntado alguna vez cuánto contamina un crucero? Si alguna vez has tenido la oportunidad de realizar un idílico viaje en uno de estos vehículos, probablemente te hayas limitado a disfrutar, sin pararte a pensar en la contaminación que ello implica. Sin embargo, un crucero medio con 3.000 pasajeros genera cerca de 1.000 toneladas de residuos cada día.

¿El gas natural como solución?

Como hemos nombrado anteriormente, el gas natural es el combustible más usado en el transporte marítimo. Existen dos tipos distintos, el GNL (gas natural licuado) y el GNC (gas natural comprimido), cuya diferencia es la manera de almacenamiento debido a su distinta fase térmica. En vehículos que necesitan recorrer grandes distancias el elegido es el GNL, como es el caso de los barcos.

Aunque es cierto que el GNL consigue reducir algunas emisiones, también lo es que, en el caso del CO2, solo lo consigue en un 25%, dato muy alejado de los estándares a los que deberíamos aspirar para reducir la huella ecológica producida por el ser humano.

Es más: según el ITTC, los barcos que utilizan GN tienen muchas fugas de metano, lo que aumenta su nivel de contaminación a la atmósfera. Conseguimos rebajar una cuarta parte del CO2, pero aumentamos otro de los gases. Esa no es la solución.

infografía contaminación de los barcos

El futuro del transporte sostenible, huyendo de la contaminación de los barcos

Según este informe de Ecologistas en Acción, las estructuras necesarias para sustituir el transporte marítimo de diésel por GNL costarían a Europa 22 mil millones de dólares, pero solo reducirían, como mucho, un 6% de las emisiones de gases de efecto invernadero para 2050.

Por ello, la opción que se debe contemplar en un futuro pasa por los llamados “barcos de energías renovables”. Proyectos como el Energy Observer (primer barco propulsado por energías renovables e hidrógeno), el Ecoship (un crucero de alta gama respetuoso con el medio ambiente) o el proyecto para el desarrollo de barcos solares (llevado a cabo por Eco Marine Power) serán presumiblemente el futuro en el transporte marítimo sostenible.

Y es que este tipo de construcciones suponen el máximo aprovechamiento de los elementos naturales (energías renovables) unido a la utilización de diseños y materiales basados en la propia naturaleza.