La igualdad en el transporte llega a la ciudad

La ciudad actual no está pensada para el peatón. Podemos decir más: la ciudad del pasado no fue construida para los coches, y se ha tenido que “adaptar” a ellos, perjudicando a peatones, ciclistas o usuarios del transporte público. Hay que repensar la movilidad urbana y hacerla sostenible y una solución pueden ser las supermanzanas.

El problema del urbanismo actual

… es que no podemos empezar de cero. Es imposible que tiremos una ciudad abajo y la construyamos de nuevo. Hay que trabajar con el espacio actual y realizar cambios mínimos en la distribución. No es posible borrar edificios del mapa, pero sí añadir carriles bici o aumentar la acera, fomentando el paso peatonal.

Estas soluciones tienen en común dejar a un lado los privilegios urbanísticos del vehículo, en especial el de combustión. La movilidad sostenible fomenta las alternativas de transporte y, además, sabe trabajar con la materia prima actual. Aunque sea más fácil en algunos municipios.

Tomemos como referencia las dos ciudades más grandes de España. Madrid es una ciudad construida alrededor de un centro, con calles desiguales en su casco antiguo, algunas más organizadas pero igualmente complicadas de clasificar dentro de la M30; y, grandes avenidas y espacios más allá de la misma, como los barrios de Las Tablas, Arturo Soria o la zona nueva de Moratalaz.

Barcelona es una ciudad construida “a pie de playa” y expandida hacia las montañas que la rodean. Aún así, dos diagonales cruzan su centro, concentrando ramales de ellas. Uno puede recorrerse Barcelona (o, al menos, su centro más neurálgico) de punta a punta en línea recta. Este orden hace más fácil, a priori, establecer nuevos modelos de movilidad urbana sostenible, como ha sido el caso de las supermanzanas.

Conociendo las supermanzanas

“Un grupo de manzanas en cuyo interior el tráfico se restringe y se amplían los espacios para peatones”. Una iniciativa que ha dejado de ser teórica, pues Vitoria y Barcelona ya la han puesto en práctica en algunas zonas, y se estudia hacerlo en los distritos de Salamanca o Retiro, en Madrid.

En las urbes actuales encontramos que cada manzana de edificios está rodeada por tráfico y aceras, en su mayoría estrechas. Si ampliamos este espacio a unos 400 o 500 metros tenemos la supermanzanas. ¿La clave? Redirigir el tráfico para que rodee el nuevo perímetro.

Pero, ¿no se puede circular dentro de las supermanzanas? Hay excepciones, igual que hubo con Madrid Central o con las restricciones de Sevilla, Bilbao, Barcelona… el tráfico interior se reduce a residentes y carga y descarga, con un máximo de 10 km/h. 

Esto cambia las cifras de movilidad urbana, y las hace más sostenibles. Alrededor del 80% del espacio urbano se dedica a vehículos, que están aparcados el 95% del tiempo. Con las supermanzanas, se recupera un 70% el espacio para alternativas de transporte y para peatones.

Por ejemplo, las supermanzanas de Vitoria han reducido el tránsito de vehículos desde 2015 del 37 al 23%. Las personas siguen necesitando moverse, pero lo hacen, y harán, con métodos de movilidad urbana sostenible.

Supermanzanas en boca de expertos

Ante nuestra duda sobre las diferentes formas de implantar las supermanzanas, dado que, como hemos visto, hay formas diversas de organizar las ciudades, contactamos con Miguel Ángel Medina, periodista experto en movilidad con quién ya hemos colaborado para hablar de la movilidad poscovid.

Las supermanzanas se pueden aplicar en cualquier tipo de ciudad. Lo fundamental es hacer en primer lugar un estudio de movilidad para decidir por qué calles pasaría tanto el tráfico de paso como el transporte público.

El transporte público, además, circula mucho mejor por calles principales, evitando curvas, estrecheces y otros inconvenientes del interior de la supermanzana.

Una vez hecho esto, se puede pasar a transformar el interior de las supermanzanas para darle la prioridad al peatón y las bicicletas. Esto se puede hacer primero con urbanismo táctico, es decir, con señales de tráfico, pintura y mobiliario sencillo y, más adelante, modificarlo por completo con una obra. Es una manera de volver a hacer una ciudad para las personas.

Si a esto añadimos quitar plazas en la superficie y crear aparcamientos subterráneos, el resultado es una zona que puede permitirse amplios espacios peatonales, llenos de vegetación y de zonas de ocio verde. La movilidad sostenible, de nuevo, favorece al medio ambiente.

Salvador Rueda, un importante biólogo que ha trabajado en las supermanzanas de Vitoria-Gasteiz y Barcelona, declara que “si queremos cambiar los usos del espacio público, necesitamos liberar el entorno”. La palabra libertad es la clave: acabar con el dominio del coche de combustión y apostar por otros modelos de desplazamiento. Añade también que “es un buen momento para repensar esto [el turismo] y habilitar la ciudad para residentes”. Un lugar para que vivan los de dentro, pero también para que disfruten los de fuera (con las precauciones necesarias).

La entrada del coche eléctrico en la ecuación de las supermanzanas

Para seguir fomentando la movilidad urbana sostenible y eléctrica, la alianza con las supermanzanas es más que posible. Y lo es de distintas formas:

    • Como Madrid Central. A la zona centro de la ciudad pueden llegar coches con etiqueta CERO y ECO. ¿Por qué no fomentar esto en las nuevas manzanas? Esto animaría a los ciudadanos a utilizar un vehículo que no emite gases contaminantes al circular.
    • Menos espacios. Muchas calles anchas de las urbes se vuelven estrechas cuando se añade una gasolinera. Las electrolineras ocupan mucho menos espacio, y pueden colocarse tanto dentro como en los alrededores de las supermanzanas.
    • El sharing. La movilidad compartida es una fuerte apuesta de las ciudades más smart, y deben tenerse en cuenta en cualquier nuevo proyecto urbanístico. Y sí: son eléctricos, por lo que siguen beneficiando la movilidad sostenible.

La ciudad post-covid19, la ciudad más verde

Las supermanzanas son solo otro ejemplo de cómo la nueva movilidad va a cambiar el pensamiento colectivo y el modo de vida colectivo. La nueva movilidad urbana sostenible no debe hacer rey a ningún vehículo, sino poner por igual a todos los que respetan el medio ambiente, la economía y, en un lugar primordial, la sociedad. Debemos pensar espacios por y para todos, debemos plantear nuevas formas de movernos por y para todos.